
Inmersión en Verano: mi primera experiencia guiando Mujeres a Caballo.
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El pasado enero me lancé a cumplir un sueño que tenía hace meses, y partí en mi auto al precioso San Francisco Lodge para pasar un fin de semana completo en la montaña acompañada de 10 mujeres que apostaron por este proyecto y quisieron ir a la aventura.
Llegué un día antes para conocer a todas las yeguas que participarían, a los chicos que nos apoyarían durante el programa y para mentalizarme. Siempre me gusta llegar con anticipación y así tener todo listo y dispuesto cuando mis alumnas llegan.
Durante la tarde del viernes comenzaron a llegar y me encantó ver lo entusiasmadas que estaban y las ganas que traían para enfrentar los siguientes días. Muchas de ellas nunca se habían subido a un caballo: era un gran desafío lograr que toda la experiencia fuera enriquecedora y segura para ellas.
El primer día nos conocimos, recorríamos el lugar y por supuesto, fuimos a visitar a las yeguas que serían nuestras compañeras durante toda la aventura. Fue muy lindo ver las caras y escuchar los comentarios de personas que nunca habían estado tan cerca de tantos caballos juntos, algo que para mí ya es normal y de todos los días (pero tuve que pasar por mucha vida para lograrlo!!!).
El día sábado nos juntamos a desayunar temprano -debo decir que los desayunos de San Francisco Lodge son exquisitos- y después partimos a las pesebreras a buscar a nuestra yeguada y a encontrarnos con nuestros súper asistentes César, Felipe y Enrique.
La primera actividad que hicimos fue aprender a acercarse al caballo en la pesebrera, ponerle la jáquima y guiarlo hasta el amarradero. Es una actividad que parece súper simple pero resulta desafiante explicar el paso a paso a personas que en general no tienen contacto con animales grandes. Es muy importante nunca dar nada por sentado. Después, bajamos a la cancha para aprender a guiar al caballo y hacer ejercicios sencillos en el suelo. Además les enseñé a hacer aseo del cuerpo de las yeguas, que fue un momento súper agradable y cariñoso para todas.
Por la tarde, después de un merecido chapuzón en la piscina, tuvimos la etapa más esperada: aprender a ensillar y montar a caballo.
Lo lindo de llegar a ese momento, era que todas ya conocían a sus yeguas y habían entrado en confianza con ellas en la actividad de la mañana. Ese vínculo de confianza y familiaridad marca una diferencia enorme cuando estamos con caballos.
Fue alucinante ver a las 10 chicas sobre sus caballos haciendo ejercicios como avanzar, detenerse, girar, pasar entre conos, trotar y galopar (las más avanzadas!).
Las yeguas fueron geniales, pacientes y amorosas, y nuestros asistentes siempre estuvieron atentos.
El tercer día fue más corto pero súper intenso: partimos muy temprano de paseo a los cerros del Lodge, atravesando potreros -llenos de yeguas paridas con sus potrillos-, cruzando arroyos, subiendo laderas rocosas y andando caminos de montaña. Esa aventura fue increíble, llena de adrenalina y aprendizajes en el paisaje.
Este fin de semana me enseñó un montón de cosas, pero lo que me quedó más patente es:
- En un grupo de muchas mujeres juntas y unidas por un mismo tema en común, se pasa fantástico.
- Los caballos nos unen y centran, porque son seres maravillosos.
- Darse un tiempo para salir de la rutina y aprender algo nuevo con buena compañía es algo que toda mujer tiene que lograr.
- Las mujeres somos geniales en grupo porque nos damos ánimo, nos enseñamos cosas y compartimos todo cuando estamos relajadas y pasándolo bien.
- Los caballos son sin duda, los mejores amigos que podemos tener.
Espero que el próximo Inmersión sea igual o mejor que el primero, y que más mujeres abran sus vidas y corazones a estar con caballos.
Nos vemos!
Geraldine