Evolución y cambio: mi experiencia en los últimos años trabajando con caballos y deporte.

Evolución y cambio: mi experiencia en los últimos años trabajando con caballos y deporte.

Si hay algo que los caballos me han enseñado en los últimos cuatro años es que no sabía casi nada sobre ellos. Después de una vida teniéndolos cerca, me di cuenta de que mi mirada era totalmente sesgada y centrada en cómo los caballos nos sirven a nosotros, las personas. Sin juzgar la tradición, mediante la experiencia y el tener cerca a referentes que me aportaron nuevos puntos de vista, más el estudio de literatura científica contemporánea sobre los caballos y deportes ecuestres, mi visión se fue enriqueciendo y haciendo mucho más amplia y centrada en el caballo, desplazando las necesidades humanas que rigen el cómo los manejamos.

En estos años he conocido a muchos caballos maravillosos que vienen de diferentes disciplinas deportivas o trabajos, que han sufrido traumas, abusos o lesiones, y otros que afortunadamente se encuentran íntegros en su naturaleza curiosa y amistosa. 

El punto en común que tienen, sin excepción, es que todos responden ante la suavidad, el entendimiento y el cariño. He buscado varias aproximaciones al entrenamiento de los caballos que recibo. He explorado Natural Horsemanship, entrenamiento tradicional, desensibilización y hasta he visto cómo personas realizan sanación energética con caballos. 

En mi caso personal, lo que más me hace sentido y crea los resultados que quiero, es jugar con los caballos, darles ejercicios donde puedan poner sus habilidades a prueba, llevarlos a terrenos variados y más que nada, mostrarles que el mundo es un lugar seguro y que pueden confiar en sí mismos. Les doy espacios para decidir y hago lo posible para comprender sus sutiles mensajes. Intento ser un referente de seguridad para ellos. En la mayoría de los casos funciona, aunque todavía necesito mucha experiencia y más conocimientos para poder ayudar a caballos en situaciones de gran estrés psicológico y que por ejemplo, se encuentran bloqueados y han asociado el movimiento a algo negativo. Sacarlos de esta defensa es muy difícil y requiere muchísima paciencia y dedicación. 

Bajo este paradigma, donde el caballo está en el centro de la práctica deportiva, transmito a los jinetes que deben siempre estar atentos a su lenguaje corporal, conocer cómo funciona el cuerpo del caballo para así tener una monta que potencie el movimiento en vez de restringirlo. Al mismo tiempo, abogo por clases donde jinetes y caballos busquen su autonomía y logren conformar un binomio basado en el compañerismo y el disfrute de ambos. No le veo sentido a hacer ejercicios con un caballo que no está a gusto, que tiene dolores o se siente obligado a participar por miedo a recibir un castigo. 

Lo que planteo hasta ahora, esta filosofía no es algo nuevo. Ya son varias décadas desde que apareció por ejemplo, el libro “Equitación centrada” de Sally Swift, donde la biomecánica entra como ciencia fundamental en la evolución de la monta. Hay varios papers científicos que avalan que el trabajo de suelo, el trabajo en libertad, el enriquecimiento de la vida social y otras prácticas que no implican entrenamientos deportivos fuertes para los caballos, nos permiten crear relaciones sólidas, de confianza y con buenos resultados deportivos, además de enriquecer las experiencias cotidianas de caballos y jinetes. Las clases que incluyen juegos, variedad de ejercicios y  que son entretenidas y desafiantes, también aportan a que alumnos y caballos disfruten y participen más felices de las actividades. Y un punto importante: en esto no se deja nunca de lado la técnica, la equitación clásica y el adiestramiento.

Todo esto, además está escrito y estipulado en el currículum que la Federación Ecuestre de Chile, FEDECH, promueve y exige a los entrenadores de todo el país.

Un mundo que se resiste a cambiar.

Esta aproximación a los caballos y la equitación sin embargo, no siempre encuentra suelo fértil. Las viejas escuelas y costumbres se niegan a cambiar de paradigma. Muchas personas se sienten tranquilas con la repetición eterna de modelos anquilosados que no promueven la curiosidad, la independencia ni la participación activa. En estos modelos, el caballo es un instrumento al servicio de un objetivo que no lo incluye en la ecuación, o que se niega a ver la realidad cuando ésta no coincide con las expectativas. 

Recuerdo mi adolescencia en clases de equitación, mi amado deporte. Iba seis días a la semana, pasara lo que pasara. La motivación era inmensa y le ganaba a cualquier problema que pudiera surgir. Pero al ir avanzando los años, empecé a sentirme restringida por los entrenamientos repetitivos y la dinámica con pocas variaciones, siempre centradas en un solo objetivo: la performance competitiva. No digo que esto esté mal, pero creo que en el contexto formativo de niños, adolescentes y adultos que buscan una relación integral y basada en el respeto y amor por los animales, es fundamental crear un ambiente que promueva esos valores y no estanque la práctica deportiva o la encasille en definiciones estrechas.

Ya existen en Chile lugares y personas que conectan con esta visión, que está de acuerdo con los avances en la pedagogía deportiva, en la neurociencia veterinaria, en la comprensión del comportamiento animal más allá de una visión utilitaria. Estos esfuerzos están poco a poco cambiando la configuración del mundo ecuestre, sin destruir las tradiciones pero actualizando el cómo y el por qué de lo que hacemos.

Qué puedes hacer tú para ayudar al cambio.

Lo que puedes hacer para aportar a que la equitación y todas las prácticas ecuestres avancen hacia el cuidado y bienestar animal es

  • conversar de este tema con las personas que conoces y se interesan por este mundo
  • hacer presentes tus inquietudes al respecto a los dueños o administradores a cargo del centro ecuestre (de cualquier disciplina) que frecuentas
  • Informarte y aprender sobre la naturaleza equina de personas y fuentes que profesen valores acordes
  • cuestionar tus hábitos ecuestres, sin castigarte, y cambiar los que ya no sirven para tu caballo y para ti
  • seguir siempre tu intuición: si hay algo que desde tu “guata” te parece incorrecto, probablemente lo sea
  • Observa a los caballos como lo que son: mamíferos que sienten, que tienen emociones, que no son súper resistentes al dolor y que son sensibles, cariñosos y además, están siempre pendientes de su integridad física. Ellos están hechos para sobrevivir a todo tipo de peligros y es nuestro deber garantizarles un mundo donde puedan desarrollarse sin miedo a morir o a sufrir dolor. 

Ser un agente de cambio no es fácil. Siempre habrán voces que se resistan, siempre nos encontraremos con muros difíciles de atravesar. Pero no hay que bajar la guardia, porque los caballos y todos nosotros nos merecemos hacer las cosas mejor. 

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